miércoles, 20 de marzo de 2019

Mannapurna, pedaleando a 5000

ciudad

desprendimiento en el camino

Incertidumbre y entusiasmo a partes iguales, esas son las palabras de este viaje. Sin las dos, jamás podríamos haberlo afrontado. Pedalear, en las montañas Nepalís implica dar por sentados muchos sacrificios en pos de rodar por lugares verdaderamente salvajes y apartados de toda civilización.  Mirando de cerca muchos de los ochomiles, mientras agarramos nuestro manillar con el corazón al sprint y nuestras piernas al ralentí. Recorrer el trekking del Mannaslu y a mitad de camino ascender y visitar durante cuatro días el recóndito y restringido Tsum valley, hasta la cota 3700m.

1ª vision Manaslu peak

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De vuelta dos días de bajadas para retomar el Mannaslu. Enfermar la víspera del paso crucial al Larkya passs  a 5106m complicándonos muchísimo el desarrollo de la travesía.  En Dharapani comenzamos con el trekking de los Anapurnas hasta la localidad de Manang. Desde la que ascendemos al lago Tilicho situado a 5100m (el más alto del mundo) y desde ahí en una exigente travesía de más de 4 horas por encima de los 5000m el “easten pass” y el “Mesokanto pass” a 5360m para en un interminable salvaje descenso, bajar hasta Jomson en el valle del rio Kally Gandaki y finalizar días después en Beni. 23 días fuera de casa,17 de travesía real donde hemos recorrido más de 450km y ascendido 21000 metros positivos muchos de ellos en autosuficiencia.

Cañon Budhi Gandaki2

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pico Manaslu
El Manaslu

Incertidumbre


Por estas cifras y jornadas, llevar una mochila cargada con lo imprescindible para pasar el día y la noche en altitudes que van desde los 500m con clima tropical, hasta los 5000m con un clima extremo. Además del recambio básico para las bicicletas y material extra por si tenemos averías serias, en nuestras maquinas. A muchas de las aldeas solo se podía llegar caminando varias jornadas.

Valle glaciar Manaslu

Shamagaun

 

Todo esto implicó realizar muchas pruebas para decidir cuanta y que ropa llevar, elegir bici, cubiertas, casco, gafas, saco, calzado, medicinas, herramientas, recambio, mochila y macuto.  Pesar y volver a empaquetar, preguntar y hacer pruebas con las mochilas cargadas hasta los topes intentando no perder la autonomía y soltura que pretendemos en nuestras actividades en bici por la montaña. Así durante muchas semanas de incertidumbre en que esos temores alimentaban nuestra mente y generaban ese entusiasmo que nos iban a permitir afrontar el reto.

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Entusiasmo


Cuyo origen significa significa, “en comunión con los dioses”. Así nos sentíamos cuando recogimos nuestras bicis en el aeropuerto de Katmandu. A partir de aquí, solo dependíamos de nosotros mismos, solo así, cargados de entusiasmo se puede viajar 7 horas por polvorientas y bacheadas pistas de montaña. Dormir en duros camastros, olvidando las duchas calientes, la ropa limpia y un sitio cálido donde refugiarse, con menús básicos y repetitivos. Pedaleando cada mañana por lugares que nos hacían olvidar la anterior jornada.

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Superando la reducida capacidad de asombro que nuestro modo de vida occidental nos otorga. Somos afortunados de haber nacido y vivir aquí. Pero no menos afortunados de poder afrontar todavía aventuras por terrenos salvajes y desconocidos como son las montañas de Nepal. No me quiero olvidar de la gente Nepalí, buenas personas de corazón limpio que te conquistan y enamoran desde el primer momento.

Escaleras

El Recorrido


La primera noche en Arughat a 500m descubrimos un frondoso valle con vegetación tropical, salpicado de pequeños poblados cuyas casas se apostan junto a la polvorienta pista que lo remonta.  Todas y cada una de las casas y chabolas son un pequeño comercio a pie de camino donde te venden alimentos y bebidas básicas para el turista.

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Niños

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Pequeños autobuses, camiones, Pickup y motos cargados hasta límites insospechados de personas, animales y cosas recorren la pista generando una polvareda muy incómoda para ciclar mientras ganamos altura remontado el valle hacia el norte.

cocina

stupa

Pronto a mitad de recorrido del primer día, la pista se acaba y aparece un camino tradicional.  A partir de aquí, caravanas de mulas cargadas de alimentos y mercancías básicas, recorren el valle suministrando a cada aldea lo necesario. Uno de los mayores impactos, fue ver como mulas, caballos y vacas atraviesan puentes tibetanos que se tambalean a 50 metros de altura como si nada. Como me dijo nuestro guía, “no choice” no hay alternativa en este país o cruzas el puente tibetano o no puedes vivir aquí. Nosotros también aprendimos a pasarlos sobre nuestras bicis a pesar del viento, las banderitas de oraciones y de la oscilación de algunos de ellos.

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8 comentarios:

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