Es tiempo de Pirenaicas pero sigue siendo primavera. Hay días que el pirineo es un revoltijo de vientos , nubes que descargan y lo hacen muy desagradable.
Esos días hay que buscar cobijo en paredes naturales rematadas por muros de otros tiempos.
Y si el cuerpo te pide sendero, pues hay que dárselo. El templo del sendero es Guara y su cantidad es ingente.
Puedes pasar decenas de veces por una calle sin verlo. Cuando de repente lo descubres, ahí esta el hogar, todavía puedes oír crepitar la lumbre mientras la vida gira alrededor.
Muchos decorados, todos distintos e iguales unidos por un hilillo de camino.
Mansitos y a casa
Aberronchos indomables. Precioso montaje.
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