Ayer la ruta fue corta, muy corta, muy cerquita de casa. Aprovechando el sol de una tarde de otoño perfecta.
Pistas sencillas cerca de las autopistas.
Se llevan cuatro años pero ninguno de los dos se deja avasallar por el otro.
Costo mucho convencerlos para volver a casa. Una más una más, decían.
Clase no les falta, arrancan con muchas ganas y mientras sea un juego, jugarán conmigo.
Y que más quiero yo, que jugar con ellos...
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