Todos los años podemos disfrutar de 2 o 3 nevadas en las primeras estribaciones del Pirineo Navarro. Cubriendo del mágico y efímero elemento, montañas, laderas y bosques. Si bien para la mayoría de los habitantes de estos valles, supone una incomodidad para los desplazamientos, trabajar y sobre todo para alimentar el ganado. Para otros muchos, nos proporciona un motivo de alegría y diversión, por la posibilidad que nos brinda de practicar esquí de montaña en lugares cargados de simbolismo, historia y cercanía.
Roncesvalles es uno de esos rincones de los que hablo. Primera parada para miles de peregrinos, caminantes, ciclistas y sobre todo turistas de todo el mundo. Que se acercan a este rinconcito del Pirineo en busca de no saben bien que, aunque se conformarían con encontrarse a sí mismos.
Nosotros en cuanto las condiciones se alinean mágicamente, recorremos en peregrinaje la Nacional 135, por los puertos de Erro e Ibañeta que nos van mostrando esbozos de nuestro destino y sus posibilidades. En la "Columbia Navarrica" hay que aprovechar el día o incluso mejor el momento, la hora. La nieve y el frío tienen sus días contados debido a la influencia Atlántica, del mar. Que se encargará de suavizar cualquier exceso invernal en esta zona, en pocos días.
Desde el aparcamiento de la Colegiata podemos dirigir nuestros pasos hacia el puerto de Ibañeta 1057m, el monte Altobizkar 1550m, Ortzanzurieta 1567m o el collado de Nabala. Sus caminos nos adentraran en Hayedos soberbios que se agarran a sus inclinadas laderas. Son recorridos válidos para esquís de travesía y raquetas de nieve en las zonas menos inclinadas. Si la nevada escasea, podemos subir en coche al alto de Ibañeta y desde ahí ganar altura por sus laderas con los mismos objetivos.
El cordal que forman estas montañas, conforma la divisoria de aguas. De modo que todo lo que en sus caras norte caiga de agua o nieve, desembocara en el Cantábrico y lo que lo haga en las sur regara la cuenca Mediterránea.
El cordal que forman estas montañas, conforma la divisoria de aguas. De modo que todo lo que en sus caras norte caiga de agua o nieve, desembocara en el Cantábrico y lo que lo haga en las sur regara la cuenca Mediterránea.
Mientras ganamos altura a través de los hayedos cuya alfombra por esta vez no es de hojas sino de blanco elemento. Nuestros pasos nos llevan a los lomos nevados de Altobizkar. Si el día es bueno y no sopla mucho viento podemos incluso pasar por el collado de Lepoeder y acceder al mismísimo Orzanzurieta, que representa la mayor altura de la zona. Las orientaciones para bajar son buenas en ambas vertientes, aunque las SurEste suelen beneficiarse del Sotavento habitual en la zona. Y por tanto de mayores acumulaciones de nieve.
Mientras ganamos altura a través de los hayedos cuya alfombra por esta vez no es de hojas sino de blanco elemento. Nuestros pasos nos llevan a los lomos nevados de Altobizkar. Si el día es bueno y no sopla mucho viento podemos incluso pasar por el collado de Lepoeder y acceder al mismísimo Orzanzurieta, que representa la mayor altura de la zona. Las orientaciones para bajar son buenas en ambas vertientes, aunque las SurEste suelen beneficiarse del Sotavento habitual en la zona. Y por tanto de mayores acumulaciones de nieve.
Desde estas estratégicas atalayas podremos disfrutar del impresionante paisaje que vemos al sur, la plana formada por Burguete y Espinal bajo un sol invernal es todo un espectáculo. Al norte será mucho más difícil poder ver algo. Lo normal es tener nubes y nieblas en los valles franceses al norte, que tras pasar el cordal se deshacen formando nubes menores. Aunque las landas y la costa siempre están ahí.
Ya de descenso con nuestros esquís, estiraremos estas laderas por las lenguas que forman sobre los bosques. Una vez en el domino de las Hayas podemos seguir con la diversión. Esquiar por nieve polvo mientras nos acercamos peligrosamente a recios troncos forjados en centenarios bosques pirenaicos. Es una experiencia que para muchos resultará aterradora, para otros muchos será algo inolvidable. El silencio tan solo roto por el deslizar de nuestras tablas, el jadeo de nuestra respiración desacompasada, como los giros y quiebros que la aleatoria disposición de los arboles nos obliga a ejecutar.
No siempre se dan las condiciones apropiadas. Han sido muchos días bajo la lluvia o sobre nieve costra fruto de los caprichosos devenires de la Meteo. Pero esto es algo que hasta que no llegues al lugar, nunca descubrirás. Por no hablar de la niebla, siempre presente en este rincón. Nos obligará a no alejarnos del bosque para no perder referencias visuales y poder esquiar con seguridad. Muy recomendable siempre llevar GPS que nos oriente en caso de nieblas y nos facilite el retorno. Así como para facilitar nuestra posición a los servicios de rescate en caso de accidente.
No siempre se dan las condiciones apropiadas. Han sido muchos días bajo la lluvia o sobre nieve costra fruto de los caprichosos devenires de la Meteo. Pero esto es algo que hasta que no llegues al lugar, nunca descubrirás. Por no hablar de la niebla, siempre presente en este rincón. Nos obligará a no alejarnos del bosque para no perder referencias visuales y poder esquiar con seguridad. Muy recomendable siempre llevar GPS que nos oriente en caso de nieblas y nos facilite el retorno. Así como para facilitar nuestra posición a los servicios de rescate en caso de accidente.
Pero volviendo al esquí, es la tercera vez que remontamos las laderas de Altobizkar y tras recorrer de subida sus despejadas laderas y tomar aire de nuevo en su cima. Oteamos el horizonte en busca de paños sin mancillar, de tapices limpios de la huella de cualquier otro esquiador. Hacia el dirigimos nuestras tablas, sabiendo que por hoy será la última impronta que aportaremos al medio. Una huella efímera e inofensiva. La próxima nevada o el viento la ocultara, y si hace calor la nieve desaparecerá. No quedará ni rastro de nuestro paso por el lugar. De nuevo me veo en el bosque cerrando las huellas de mi compañero en forma de "eses", mientras evito algún Haya hacia la que el destino me lleva o aprovecho de otra para cerrar el giro. Cualquier cosa salvo pisar la huella del que me precede. Porque haría acelerar mi ritmo y alcanzarle de manera peligrosa.
Abajo al final de la ladera nos esperan pequeños ríos que sortearemos de un salto para luego deslizar por el camino de nuevo hacia la colegiata. Será el momento de reponer fuerzas con un bocata, caldo o café. En casa Sabina o en el Hostal. Desde ahí con las ultimas luces del día volver al hogar con la satisfacción de haber podido hacer algo poco habitual por el clima tan suave que últimamente soportamos. Y sobre todo por lo singular del rincón en el que se ha producido el milagro.
Este artículo se publicó en versión reducida el día 11/02/2016 en la edición Guipuzcoana del periódico El Mundo Deportivo.
Buenas fotos y buenos giros en power .
ResponderEliminarQue a gusto granujas
Bien dices Asier.....tenemos una joya en la puerta de casa. ....que buen reportaje Javito. ..y enhorabuena por la nueva web.....buen gusto. .buen trabajo y buen contenido. ...te seguiremos de cerca
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