Parece que somos auténticos representantes del ciclista de montaña típico. Para preparar nuestro viaje al Valais nos hemos tragado infinidad de vídeos de mtb, leído revistas y ojeado todas las galerías fotográficas que hay en la red. Muchos de estos medios están creados por los centros turísticos con el objetivo de atraer a visitantes de todo el mundo. Y desde luego, con nosotros han acertado de pleno. Nos hemos quedado boquiabiertos durante horas, delante del ordenador viendo como rubios bikers superhabilidosos circulan por perfectos singletracks con glaciares y enormes montañas de fondo bajo un cielo azul intenso. Y hemos picado el anzuelo...
Tenemos el Mattertal entre ceja y ceja. En este valle se encuentra la localidad de Zermatt, un curioso pueblo de montaña que se vende como una villa tradicional a la que no se puede acceder en coche y conserva sus antiguas casas de madera cuidadas al detalle que albergan en sus plantas bajas escaparates de las mas exclusivas marcas de artículos de lujo. Las calles de este pueblo están inundadas por ejércitos de turistas, en su mayoría japoneses que practican el incomprensible (para nosotros) shopping de montaña. En cualquier caso lo que a nosotros nos a traído hasta aquí como un imán no es este extraño pueblo sino lo que se encuentra justo a su alrededor. Zermat es la puerta a un impresionante circo al que llegan glaciares desde todas las direcciones y con algunos de las montañas más impresionantes de todos los Alpes. Y entre todos ellos, el Cervino es sin duda el rey.
Después de nuestra aventura por los alrededores del Bella Tolla la suerte cambió: hasta ese momento habíamos disfrutado de una meteorología perfecta durante cuatro días pero ahora el parte empezaba a mandar malas noticias, en formas de tormentas los primeros días y borrascas los siguientes. Como a estas alturas estamos bastante cansados, y no hemos querido madrugar mucho, decidimos tomarlo con calma y disfrutar de las comodidades que este país nos ofrece. Hoy tan solo cogeremos un telesilla para hacer una bajada de 1000 metros de desnivel antes de que estalle la tormenta que esta anunciada para esta tarde. ¡Mala idea! no sabemos si es que la bajada no era muy buena, no tenemos el día o simplemente es que esto de no ganarse el descenso con su correspondiente dosis de sufrimiento no es lo nuestro. Pero la sensación general del grupo es que ha sido una perdida de tiempo y de dinero.
Para el día siguiente el parte es malo. Se espera todo el día nublado y tormentas por la tarde. Ya solo nos quedan tres días en Suiza y todavía hay muchos planes que tenemos que llevar a cabo. Como no queremos repetir un bodrio como el de hoy decidimos una vez mas ser ambiciosos, que nos va mejor. Subiremos al Unterrothorn, un pico de 3104 metros a cuya cima llegan los remontes del dominio esquiable de Zermatt. Pretendemos partir desde Tasch ya que es el último pueblo accesible por carretera para los turistas. El plan es coger un tren a Zermatt y allí otros tres remontes hasta la cima de nuestro pico. Si el tiempo lo permite haremos un itinerario de ida y vuelta (esta vez por nuestros medios) al vecino Oberrothorn de 3414m. Sabemos que el acceso esta libre de nieve. Desde esta cumbre nos espera un descenso de mas de 2000 metros hasta el fondo del valle todo por senderos de montaña. Si tenemos la suerte de que se abra un poco el cielo, lo haremos con un impresionante fondo de glaciares y cuatromiles.
Pero la suerte no siempre esta de nuestro lado. Amanece lloviendo y así se pasa durante un par de horas. Poco a poco vamos viendo como nuestras posibilidades se van esfumando mientras nos entretenemos haciendo ajustes de nuestras bicis y consultando los partes del tiempo. De repente nos damos cuenta de que lleva un rato sin llover. Sigue totalmente cubierto pero nos convencemos de que empieza a “clarear”. No queremos gastar más dinero a lo tonto así que pensamos que podríamos subir en bici a Zermatt para hacer un poco de turismo. Ya de paso iremos vestidos de romanos, por si una vez allí vemos que tenemos alguna posibilidad. Nos ponemos en marcha y cuando llegamos sigue sin llover aunque muy oscuro. Nos olvidamos del turismo y Javito nos arrastra hasta la parada del primer funicular. No nos encontramos bien entre la multitud de japoneses que hay en las calles de este pueblo. Nuestro lugar esta en esas montañas que se intuyen por encima de las nubes.
Cuando la confortable cabina nos deja en la cima, el frio y el viento son intensos. Podemos ver desde un mirador la parte mas baja de los glaciares que descienden del Monte Rosa y Liskamm. Todo lo demás esta cubierto por las nubes. Tan solo podemos intentar adivinar cual es la ubicación del Cervino, pero estamos seguros de que se encuentra justo delante nuestro. No hay tiempo que perder, Hace mucho frió y esta anunciada una tormenta para dentro de un rato. Desechamos la idea de subir al Oberrothorn y nos lanzamos a un increíble descenso por una arista con caída a los dos lados. Pronto nos tenemos que frenar por lo técnico del itinerario. Hay muchos pasos complicados y vamos cabalgando por una cresta con vistas a Zermatt, que se encuentra 1500 metros por debajo de nuestras cubiertas. En ocasiones parece que el calor del sol, según avanza el día, quiere deshacer el manto de nubes y creemos que vamos a poder ver al gigante. Al final solo se mostrara parcialmente, dejándonos con el ansia que traemos de poder pedalear mientras miramos de reojo el Cervino.
Llega un momento que hay que abandonar la arista y tomar la ladera de la derecha en un sendero mas clásico de montaña. Cuando ya hemos perdido 800 metros de desnivel iniciamos una larguísima travesía en un camino horizontal que nos va alejando de las montañas mas altas, hasta dejarnos justo en la vertical de Tasch, donde tenemos el coche.
Comenzamos un vertiginoso descenso, ya metidos en un bosque por un estrecho sendero perfecto para la bici de montaña. Nos tiramos a tumba abierta alucinando con el lugar, los arboles y rocas que pasan a toda velocidad a nuestro lado mientras nos abrimos paso entre los helechos... y la soledad. Increíble no ver gente en estos lugares.
Llegamos a Tasch con una sonrisa de oreja a oreja. Antes de poder meternos en el coche ya oímos truenos y caen las primeras gotas. Parece que que así va a seguir lo que queda del día y mañana también. Solo nos va a quedar un cartucho para rematar las vacaciones, así que habrá que hilar fino y acertar arriesgando un poquito... otra vez.
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