La primera noche en Arughat a 500m descubrimos un frondoso valle con vegetación tropical, salpicado de pequeños poblados cuyas casas se apostan junto a la polvorienta pista que lo remonta. Todas y cada una de las casas y chabolas son un pequeño comercio a pie de camino donde te venden alimentos y bebidas básicas para el turista. Pequeños autobuses, camiones, Pickup y motos cargados hasta límites insospechados de personas, animales y cosas recorren la pista generando una polvareda muy incómoda para ciclar mientras ganamos altura remontado el valle hacia el norte. Pronto a mitad de recorrido del primer día, la pista se acaba y aparece un camino tradicional. A partir de aquí, caravanas de mulas cargadas de alimentos y mercancías básicas, recorren el valle suministrando a cada aldea lo necesario. Uno de los mayores impactos, fue ver como mulas, caballos y vacas atraviesan puentes tibetanos que se tambalean a 50 metros de altura como si nada. Como me dijo nuestro guía, “no choice” no hay alternativa en este país o cruzas el puente tibetano o no puedes vivir aquí. Nosotros también aprendimos a pasarlos sobre nuestras bicis a pesar del viento, las banderitas de oraciones y de la oscilación de algunos de ellos.
Los coches ,TT dejan paso a las caravanas de mulas.
Valorando los planes futuros.
Zona arrasada por el terremoto
La cerveza Tuborg... en todas partes.
Botas shimano con calas, nuestra elección para la aventura
Mulas, caminantes y ciclistas.
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