Nuestra entrada en Suiza fue con un fuerte calor al igual que la más de hora y media que nos costó salir de San Sebastián y atravesar el peaje de Biriatou a causa de los controles antiterroristas, así como el resto de Francia.
Aun recordamos cuando el policía de Aduanas de Suiza nos preguntó en la misma frase si llevábamos comida, bebida o cocaína… y nos dejó un poco a cuadros con los carnets y pasaportes en la mano.
Total, que con ese calor y las ganas que teníamos de empezar el tomate elegimos una de las rutas más altas y ambiciosas que teníamos en mente.
Cuando coronamos el puerto empezamos a preocuparnos un poquito ya que en algunos collados se veían grandes neveros que no nos lo iban a poner nada fácil.
Nos pusimos a pedalear hacia arriba sin tener muy claro hasta donde llegaríamos ese día. La idea de completar una de las cimas se puso realmente difícil y nos tuvimos que conformar con una de sus crestas, eso sí, muy estética y realmente divertida para la bici.
Tras esta incursión dirigimos nuestras ruedas hacia el valle donde se intuía demasiada nieve para bici o pie, pero poca para ir con las tablas. Estábamos en ese jodido momento de la primavera en que ni fu ni fa. Atravesando gigantescos neveros mientras nuestros pies se hundían hasta el tobillo mojando nuestro calzado. No era momento ni lugar ni para bici ni para esquí.
Pronto nos cruzamos con una guapa montañera y su perro que tras intercambiar saludos nos confirmo aquello de “ No way, only snow” tras unas sonrisas y despedidas aun caminamos un buen rato, supongo que por aquello de que somos un poco cabezones o quizás más bien tercos.
Tras sacar mapas y gps´s, para analizar la situación vimos con estupor que el problema no estaba en atravesar aquella planicie nevada a 2800 metros y que encontraba a pleno sol la mayor parte del día. Sino en el collado a más de 3100 metros que a pesar de ser Suroeste continuaba cargado de nieve estando a finales de Julio. El sendero se intuía en algunas calvas que solo aparecían en su parte más baja. Pero después del collado el camino era Noreste con lo que debería de tener más nieve que la que estábamos viendo.
Tras un bocadillo, gabinete de crisis y tras mirar y remirar en todas las direcciones decidimos volver por nuestros pasos y explorar una nueva bajada que nos llevase a nuestro valle.
No estuvo mal la bajada, por lo menos en su primera parte, pero no pudimos evitar la sensación de volver con el rabo entre las piernas, mientras no dejábamos de pensar en si el resto de días podríamos completar intenciones. Nuestra lista de recorridos era tan amplia como ambiciosa y collados rondando los 3000 había casi todos los días
Bru-tal
ResponderEliminarGra-cias, por la visita Rot.
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